Cuando parecía que todo estaba en punto muerto, la policía localiza el coche con el que Tokio y Río viajaban para visitar el museo cuando preparaban el golpe. En el interior de la Fábrica de Moneda cunde la incertidumbre, rehenes y atracadores empiezan a notar las más de 30 horas de encierro. Río, el más joven de los atracadores, se desmorona cuando ve en la televisión a sus padres.